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La pintura de Alfonso, El festín de los dioses, siempre ha sido considerada una obra maestra del Renacimiento. Su impacto se halla realzado por su enorme tamaño. Mide casi dos metros de largo y de ancho, y dominaba el Camerino d'Alabastro del duque.
Desde un principio se presentaba el misterio de la pintura: ¿Quién la pintó? ¿Por qué aparecían varios estilos? Vasari, en sus Vidas de los artistas, cuenta que Bellini no llegó a completar la obra antes de morir y fue Tiziano el que la llevó a cabo. Sabemos que esa versión es incorrecta, porque Bellini firmó la pintura y recibió un pago final de 85 ducados de parte de Alfonso el 14 de noviembre de 1514. Esto lleva a una hipótesis extraña: que Alfonso ordenó que Tiziano rehiciera la obra original y que Tiziano aceptó el encargo. Pero, ¿por qué hubiera querido esto Alfonso?
Estas preguntas permanecieron sin respuesta durante cinco siglos. Ahora, finalmente, la investigación científica de nuestro tiempo nos permite contestarlas.
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